lunes, 24 de junio de 2013

Medicina Biologica en Pediatría

Introducción

     Mi motivación en este contenido partió al abrir los ojos, POR OBSERVAR QUE EL ACCIONAR MEDICO muchas veces alivia a los pacientes, pero no los mejora. Por ejemplo, todos los médicos pediatras ven niños con síndrome rinosinosubronquial obstructivo a repetición, que inicialmente reciben tratamiento con salbutamol, terapias nasales y antialérgicos, lo que mejora su estado, pero al mes y medio vuelven a la consulta en similares condiciones, por lo que les indican inhaladores con corticoides; luego vuelven a consultar, cada vez más obstruidos, por lo que agregan prednisona oral por cinco días y a veces los hospitalizan......
Al año siguiente, a muchos niños les vuelve a ocurrir lo mismo, de modo que no se han mejorado, sólo se han aliviado un poco. Los padres quieren suspender los inhaladores y el médico debe explicarles que es la única forma de lograr que el niño pueda ir al colegio y hacer deporte, pero en la noche ese niño sigue tosiendo.

     Esta realidad genera insatisfacción en cuanto a la medicina formal, que es la medicina en que nos formamos y la que estamos ejerciendo. Es cierto que hay casos que mejoran en forma espectacular gracias a la acción médica, especialmente en el campo de acción de los cirujanos, que lo resuelven todo con el bisturí, pero la labor  clínica es un poco diferente.

     La medicina biológica trata de mejorar a los pacientes mediante distintas técnicas que ayudan al organismo a salir adelante por sí mismo. Hace veinte años, muchos de los elementos con que se cuenta en la actualidad habrían parecido cosa de magia o de milagro, y no sabemos dónde estaremos en diez años más, gracias al avance de la tecnología. Un buen ejemplo es la ecografía; antes, los ginecólogos tenían que adivinar el sexo del niño, mientras que ahora se le puede ver la cara, la sonrisa y hasta se puede decir a cuál de los padres se parece más. De la misma forma, con la resonancia podemos ver todos los órganos por dentro; es maravilloso.

     No obstante, paralelamente a este desarrollo tecnológico, en las últimas décadas se ha ido presentando una deshumanización del modelo médico, a pesar de que muchos profesionales siguen intentando realizar un ejercicio personalizado, pero en el fondo la medicina masiva está deshumanizada, lo que ha llevado, en parte, al problema actual de la subespecialización, la que no se puede evitar, porque nadie puede ser experto en todo.

     La deshumanización y la subespecialización llevan a una medicina mecanicista, como planteó Descartes hace muchos años, en la que el doctor se transforma en mecánico del cuerpo: el paciente va al traumatólogo por un problema en la rodilla, él le arregla la rodilla y se acabó; si tiene un problema en el ojo, va al oftalmólogo, que le arregla el ojo y se acabó; pero ¿quién se preocupa del paciente completo? Los pediatras todavía lo hacen y ahora se está redescubriendo al médico Integracionista.

     Este proceso es importante, porque está claro que la población no está satisfecha y que los mismos médicos se dan cuenta de que su trabajo se ve interferido por los problemas económicos, la burocratización y la tecnología.  En la pirámide de inversión de recursos y de iniciativas, la mayor parte se hace en la terapéutica; en cambio, los gastos en prevención son nulos. Es cierto que, en el caso de las vacunas, en Venezuela existe un programa de inmunización ampliado bien organizado, pero cada vez que sale una vacuna nueva, cuesta mucho que las autoridades la incorporen o que las instituciones privadas de salud la bonifiquen. La vacuna Hib partió en vacunatorios privados, hasta que el gobierno se dio cuenta de su importancia y la incorporó al calendario, y en este momento se está viviendo una situación parecida con la vacuna contra el neumococo, que aparentemente pronto formará parte de una campaña nacional, pero en general cuesta mucho obtener recursos para prevención.

     Cada día es mayor el número de personas que están entrando en contacto con métodos antiguos o modernos de medicina natural, tanto en lo nutricional como en lo que se refiere a medicamentos; las personas cuestionan la indicación de antibióticos, porque leen en Internet sobre el tema entre otras cosas.

Características de la medicina biológica


     La medicina biológica trata de concentrar los recursos en prevención, o sea, tiende a invertir la pirámide, tratando de gastar lo menos posible en terapéutica, con base en cosas que son obvias, como el fomento de una alimentación sana, que es una responsabilidad muy grande para los pediatras, con el objeto de revertir el problema emergente de la obesidad y para prevenir patologías como la hipercolesterolemia, la hipertensión arterial, el infarto, la diabetes, etc. Sin embargo, eso exige recursos, porque hay que llegar a toda la gente; no basta con conversar con las madres de los niños que llegan a la consulta, se necesita una intervención en escala nacional.


     Las medicinas complementarias son de tipo holístico. Muchas veces los médicos se centran en la enfermedad y no en el enfermo, y no se dan tiempo para preguntar por el entorno del paciente, el que muchas veces encuentra mejor repuesta en las medicinas complementarias, porque enfrentan cada caso como un paciente único. En este enfoque, no hay dos pacientes iguales; por ejemplo, si dos niños tienen una amigdalitis purulenta, no necesariamente se indicará el mismo tratamiento para los dos, lo que trae problemas al evaluar los resultados, porque no se pueden hacer los protocolos habituales de la medicina tradicional para comparar el tratamiento, por ejemplo, de una infección urinaria con una cefalosporina versus otro medicamento, con todas las normas de un estudio aleatorio.

     En la medicina complementaria no se pueden realizar estudios y por eso los médicos son reacios a ella, pero está claro que el público se está acercando cada vez más a esta “alternativa”, aunque este término no es apropiado, porque no necesariamente debe usarse en lugar de, sino que junto con, o sea, independiente del esquema de tratamiento que demos a un paciente determinado, seguiremos siendo médicos. Cada día aparecen más centros de aromaterapia, de reikki, de acupuntura, porque la gente siente que se mejora. Se podría señalar que hay un porcentaje altísimo de enfermedades psicosomáticas, pero si los pacientes mejoran con un tipo de medicina que no tiene efectos colaterales y que es inocua, tal vez habría que pensar que es mejor que utilizar placebos con efectos colaterales.

     La implementación de sistemas de medicina complementaria, que ya se está haciendo en algunos países de manera oficial, al menos en algunos elementos, debería tener una serie de consecuencias, como la aceptación de licencias y el reembolso de medicamentos, cosa que en Venezuela prácticamente no ocurre. Cada vez hay más gente que ejerce ese tipo de medicina y eso se puede medir objetivamente por el consumo de preparados biológicos; las grandes empresas farmacéuticas que están fabricando y vendiendo estos productos tienen claras sus estadísticas emergentes y se están ampliando. Esto partió muy fuerte en Alemania y luego se extendió a otros países europeos; en América Latina, incluyendo a nuestro País.  Colombia es el más fuerte y Estados Unidos no se queda atrás, debido a la presión del público.

    
Fisiopatología

     En 1975, el profesor Pischinger, que hacía docencia en histología y embriología en Viena, planteó el concepto del sistema de regulación básica, para explicar el funcionamiento del organismo en general y de los tejidos en particular, dándole mucha importancia al tejido intersticial o zona extracelular. Estudió en detalle la sustancia fundamental de esta zona y demostró que está constituida por una red de azúcares complejos y proteínas polimerizadas, básicamente proteoglicanos y glucosaminoglicanos, con fibras de colágeno, elastina y glicoproteínas, como la fibronectina, que se encuentran formando una verdadera malla, además de ácido hialurónico y una serie de células.

     Las células de esta región son, en primer lugar, los fibroblastos, células totipotenciales que responden a diversos estímulos y pueden llegar a esta zona extracelular en minutos; otras células son los histiocitos, macrófagos, linfocitos, plasmocitos y mastocitos, que cumplen un papel fundamental en los fenómenos de respuesta del tejido extracelular. La respuesta inflamatoria es un buen ejemplo de ello. Hay una conexión entre el espacio vascular, que está dentro de los capilares tisulares, y las células, por medio de una sustancia a la que Pischinger llamó estructura funcional. Todos los nutrientes que llegan a la célula por los capilares pasan a través de esta sustancia y se incorporan a la célula; algo similar ocurre con los productos de desecho, pero en sentido inverso. Toda esta estructura es lo que Pischinger denominó la matriz extracelular.

     La regulación basal de Pischinger establece que en cualquier tejido existen células, una membrana basal y una conexión con el líquido que rodea el tejido; en esa matriz están, por un lado, los capilares, por donde circula la sangre, que contiene sustancias producidas a distancia, por ejemplo, hormonas secretadas a otro nivel, las que van a pasar, a través de la matriz, desde los capilares a la célula, y van a ejercer un efecto en ella. Por otra parte están los fibroblastos, los macrófagos y las terminaciones nerviosas, que van a permitir una interacción entre sistema nervioso y sistema endocrino.

     De ahí se elaboró el concepto actual de la psiconeuroinmunoendocrinología, que abarca muchas enfermedades y que ayuda a entender el hecho de que una persona sometida a estrés termine con una enfermedad en el colon. Los mecanismos de transmisión de los estímulos, que van por distintas vías hasta llegar a la matriz celular, alteran el funcionamiento de algunas células. Este concepto se considera básico para la explicación de muchas enfermedades (véase figura 1).


Homotoxicología

     Hans Heinrich Reckeweg formuló, en 1950, el concepto de homotoxicología, buscando explicar las enfermedades de otra manera. A partir de este concepto, ideó un enfoque terapéutico que en la práctica funciona. Cuando se le conoce por primera parece que no puede tener aplicación, pero cuando se incorporan los conceptos inmunológicos de los diez últimos años se empieza a entender que sí puede tenerla.

     En el concepto de homotoxicología se considera que hay una serie de sustancias que pueden ser dañinas para el organismo humano, que pueden ser externas o internas al organismo, y se habla de toxinas exógenas o endógenas, como cigarrillo, estrés, compuestos químicos, medicamentos, mala calidad del aire por contaminación ambiental, mala alimentación, etc., que pasaron a llamarse homotoxinas, las que, sin embargo, no afectan de la misma forma ni en el mismo grado a todos los seres.

     En 1954, un bioquímico alemán planteó la existencia de sistemas de flujo, lo que en términos muy simples significa que hay sustancias, que pueden ser buenas o malas, que están entrando y saliendo del organismo; si las sustancias son buenas, el organismo va a estar feliz, como ocurriría con las verduras y frutas, porque no alteran el equilibrio del flujo. En el medio interno, la matriz tiene un cierto pH, en condiciones normales, cuya alteración producirá un cambio en su estructura que impedirá el flujo normal de los nutrientes que van hacia la célula o la salida de los desechos; esto ocurre cuando las sustancias tóxicas comienzan a acumularse, y cuando esta acumulación alcanza mayores niveles, ocurren mayores alteraciones.

      De acuerdo con este concepto, cuando ingresan sustancias tóxicas se presenta una enfermedad, la que en última instancia es una reacción de defensa del organismo y que en principio es buena para éste, porque es un intento de eliminar el factor agresor. Esta definición de salud no es tan distinta de la que ha establecido la OMS, pero, desde el punto de vista de la homotoxicología, el estado de salud es un equilibrio dinámico de todos los sistemas orgánicos asociados con un bienestar mental, espiritual y social, en un medio ecológico sano y equilibrado. A este último factor se le debe dar mayor importancia. Se sabe que en Venezuela han ido aumentando los cuadros alérgicos, las bronquitis obstructivas y el asma, por causas que no están claras; pero lo que sí está claro es que en los meses de invierno en Venezuela, cuando se presenta un gran aumento de estas enfermedades, el aire alcanza elevados niveles de contaminación. En cuanto al tema de la obesidad en los niños, también estamos sujetos a un bombardeo de comida rápida y todos llevamos a los niños a esos lugares, lo que no es sano.

     En la fase patológica, desde el punto de vista de la homotoxicología, cuando aparece una enfermedad se pueden observar reacciones en distintos aspectos: humoral, mesenquimal (de la matriz) y celular, lo que da distintas pautas acerca de cómo se va gestando la enfermedad. Este concepto es importante, pues el organismo está luchando contra las sustancias nocivas e intentando desactivarlas y eliminarlas; si lo logra, ganará la pelea contra la enfermedad, pero si pierde esta lucha, dicha enfermedad tendrá mayores repercusiones.

     Reckeweg, que planteó el concepto de la homotoxicología, dividió la evolución de las enfermedades en seis etapas. Las primeras fases, que son humorales, siempre son procesos convenientes, ya que tratan de mantener el equilibrio y eliminar las sustancias tóxicas. Por ejemplo, en la primavera, el polen y la tierra del aire desencadenan mecanismos de defensa como los estornudos y la producción de secreción nasal mucosa, en un intento de eliminar el alérgeno o la sustancia tóxica; si se consigue este fin, la fase inicial inflamatoria humoral bastará para deshacerse del alérgeno, pero si se sigue avanzando hacia los niveles celulares, la enfermedad tendrá mayores repercusiones y será más difícil controlarla.

     En la fase humoral el espacio ecológico es el vascular, que contiene 10%, aproximadamente, del líquido del cuerpo. En el espacio celular también es muy importante el agua, ya que contiene 50% del total del peso en agua, y todas las sustancias van entrando y saliendo a través de esta comunicación líquida.

Línea de corte biológico

     Un concepto muy importante que planteó Reckeweg fue el del corte biológico, que es una línea divisoria en la capacidad de defensa contra las homotoxinas que tiene repercusiones desde el punto de vista fisiológico. Si pensamos en la enfermedad, en un momento dado, e imaginamos la línea de corte biológico como una línea vertical, a la izquierda de ésta está el momento en que el organismo podría ser capaz de salir adelante solo. Los pediatras saben muy bien que la mayoría de las enfermedades de los niños se mejoran solas, con su intervención o sin ella, y que todos los cuadros virales son auto limitado. Esta línea separa las enfermedades agudas y subagudas, en las que el cuerpo se recupera solo, aunque podemos ayudarle en este proceso, de las enfermedades crónicas y degenerativas, que están a la derecha.

     La línea del corte biológico se ubica en la matriz, en el tránsito entre el espacio humoral y el celular. Desde el punto de vista morfológico, cuando una cantidad creciente de homotoxinas está incorporándose al organismo, está entre dos fases, que son la de deposición o depósito de la toxina o, cuando hay más cantidad de toxina, la de impregnación. Esto, que ocurre en la matriz, se puede ver en muchas enfermedades en las que la matriz, específicamente, está alterada. O sea, la línea separa lo que es reparable de lo que no, en forma espontánea, desde el punto de vista clínico.

     En el aspecto energético también hay una diferencia muy importante: a la izquierda de la línea de corte biológico el metabolismo celular está indemne, las mitocondrias están funcionando de manera perfecta, con su fosforilación oxidativa y la formación de ATP. Cuando la célula pasa al lado derecho de la línea, el metabolismo comienza a ser anaerobio, por lo que es mucho menos eficiente.

     En relación con esto, Reckeweg planteó la división de la homotoxicología en seis fases, partiendo por las fases de excreción e inflamación, que son de tipo humoral y que se traducen en una congestión nasal; después viene la fase de depósito de la toxina en la matriz, que si es muy intensa, va a impregnarla; entre estas dos estaría la línea de corte biológico. Siguiendo hacia la derecha, viene la fase celular, en la que se altera el metabolismo y comienza la degeneración celular. Cada célula tiene un reloj que le dice al cabo de cuánto tiempo tendrá que morir, mediante el proceso de apoptosis celular, cuya información está en la parte distal de los telómeros. Cuando hay daño en el metabolismo, los telómeros se dañan, se altera este reloj biológico y esa célula entra en una proliferación descontrolada que puede terminar en un cáncer. En este contexto, los postulados de Reckeweg serían lógicos.

En etapas iniciales hay tendencia a la eliminación de las toxinas y a la mejoría, con el sistema enzimático funcionando en perfectas condiciones. Al avanzar a la derecha de la tabla de las seis fases, hacia la parte degenerativa y el cáncer, los sistemas enzimáticos se alteran y el pronóstico es peor (véase figura 2).





Figura 2. Fases de la enfermedad y línea de corte biológico. Las fases a la izquierda de la línea de corte biológico muestran un aspecto positivo del organismo y una posibilidad natural de recuperación; las fases a la derecha de la línea muestran una pérdida de la capacidad defensiva, por deterioro del mecanismo enzimático. Cuando se llega a la línea de corte biológico ya se ha perdido 50% de la capacidad de producción de energía. En el lado izquierdo se encuentran los procesos de defensa inflamatorios, que son siempre humorales, y a la derecha del corte se aprecian los procesos de trastornos celulares.
Mecanismo de acción de los medicamentos homeopáticos

     La homotoxicología utiliza en sus tratamientos medicamentos en concentraciones muy diluidas. El mecanismo de acción se conoció hace sólo 10 a 15 años, pero el profesor Reckeweg inventó, en 1950, productos que están totalmente vigentes. Es importante que los médicos alópatas entiendan cómo funcionan estos medicamentos que se administran en dosis homeopáticas, en diluciones de D4 a D8, con cantidades muy pequeñas de sustancias.

     Los medicamentos se pueden administrar por cualquier vía: oral, nasal, en aerosol, subcutánea o intramuscular; la sustancia que se introduce en dosis mínimas es captada por los macrófagos, que la procesan al interior de los lisosomas y forman estructuras compuestas por 4 a 12 aminoácidos, denominadas epítopos, que van a ir a la superficie de esa célula, en el sitio donde está el complejo mayor de histocompatibilidad. Allí captan esa información los linfocitos que normalmente están circulando en el organismo, de la subpoblación TH3, los que entran a la circulación, llegan al ganglio regional, donde se replican para luego circular por todo el organismo, hasta que los capta alguna zona donde esté en curso un proceso inflamatorio, por ejemplo, una articulación.

     Al llegar al sitio de la inflamación, el linfocito TH3 se encuentra con linfocitos TH1 y TH2, que son proinflamatorios y producen una serie de interleuquinas que desencadenarán la cascada inflamatoria, pero el linfocito TH3 produce el factor de crecimiento tisular Beta, que es el más potente antiinflamatorio natural que se conoce y que inhibe los linfocitos TH1 y TH2, que están causando la inflamación. En el fondo, lo que estos medicamentos hacen es modular la inflamación mediante una respuesta antígeno-anticuerpo muy especial, que se llama reacción de asistencia inmunológica (bystander reaction) y que permite que la inflamación siga adelante, pero dentro de límites acotados y más bajos, y modulándola para que sirva de defensa frente al factor agresor.

     Rosales, médico colombiano de formación pediátrica alópata, que hizo una beca de tres años de neonatología en los Estados Unidos y es muy riguroso desde el punto de vista científico, ejerce este tipo de medicina desde hace algunos años. Acaba de publicar el libro “Síndrome de inflamación de las mucosas”, en el que describe un concepto personal propio, dirigido a explicar muchas de las situaciones que se ven en la consulta con frecuencia. 


     Este concepto se refiere a que en los niños se alteran distintas mucosas de manera simultánea o sucesiva; por ejemplo, es frecuente que un niño que presenta estreñimiento presente después un asma bronquial; si se pregunta a las madres de todos los niños que consultan por bronquitis obstructiva sobre el hábito digestivo de aquéllos, un porcentaje importante tendrá problemas de estreñimiento. Si se trata el problema digestivo, el sistema respiratorio mejora, porque la mucosa intestinal dañada absorbe sustancias tóxicas y esa información viaja por los linfocitos hasta la mucosa bronquial, nasal, de la trompa de Eustaquio, etc., y origina a un paciente con hiperreactividad de las mucosas, que va a presentar otitis frecuentes y, tarde o temprano, rinitis. Hasta el reflujo gastroesofágico se interpretado como una gastritis o una duodenitis secundaria a todo este proceso. A este paciente no se le trata en la forma corriente, sino que se le da más importancia a elementos como la alimentación, que es fundamental en todo tratamiento biológico. La leche de vaca se considera cada vez más como un tóxico, haya o no alteración de los exámenes relacionados con alergia a la proteína de la leche.

     En mi opinion, toda herramienta que permita mejorar la atencion de mis pacientes, sera usada en mi ejercicio profesional, al incursionar en el mundo de la medicina biologia , se  abre  una alternativa  sin efectos colaterales que complementa  mi practica alopatica  original.


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